sábado, 3 de marzo de 2018

LAS AVENTURAS DE NICO, REY DE LOS MARES.



Dedicado a la niña que supo apreciar la flor de jazmín,
riéndose a carcajadas ante la fragancia de una nueva vida.

INTRODUCCIÓN.- LA MALDICIÓN DE NICO.

Fue una vez un Rey, llamado Poseidón. Ese Rey tuvo tres hijos. Al mayor lo llamó Nico el tritón, por la valentía que desprendían sus ojos al brillar. Al segundo de sus hijos lo bautizó con el nombre de Ambrosio, por el suave y dulce olor a ambrosía que desprendió al nacer. La tercera fue una niña preciosa a la cual nombró Adelaida, por su hermosura e inocencia.
A los tres los quería con todo el amor que un padre pueda amar a sus hijos. 
Un buen día, se produjo un incidente en el fondo de los mares en los cuáles Poseidón reinaba. Un volcán explotó, al clavar el Rey su tridente en el fondo del mar, surgiendo una bella isla en la cual las semillas de la vida, empujadas por los vientos, se dejaron caer.
De esas semillas nacieron bellos árboles de todo tipo y de bonitos colores.
Una mañana en que el sol brillaba con toda su intensidad, aparecieron por ella animales de muchas especies, buscando el frescor de la sombra de los árboles que habitaban la isla. Todos ellos se hicieron amigos. Aún no existía la enemistad por aquellos tiempos. El león no comía cebras y los osos eran amigos de los hombres. Todos estaban contentos y se alimentaban de las ambrosías que el Rey Poseidón hizo plantar en su vasto jardín.
La noticia de aquella isla maravillosa llegó a oídos de Madelaila, la malvada bruja del norte.
Madelaila había sido una princesa de noble corte que estaba enamorada del Rey Poseidón, pero Poseidón ya estaba casado con Anfítrite, una bella ninfa de los mares, y a Madelaila le invadieron los celos, al no poder estar con su amado. Esos celos la convirtieron en la malvada bruja del norte, interponiéndose a todo lo que Poseidón creaba.
Al enterarse Madelaila de la existencia de una nueva isla, creada por el Rey, lanzó un conjuro malvado que transformó al mayor de sus hijos en un pececito rojo de los más pequeños que había en los grandes océanos, y escondiéndole la caracola que su padre le regaló al nacer, con la cuál levantaba las olas del mar, lo confinó a vagar por la inmensidad de los mares hasta encontrarla y poder anular el hechizo que la malvada Madelaila le había lanzado para volver a poner en movimiento las olas del mar que se había quedado como un estanque en calma afectando así la vida de todos los habitantes marinos.
Nico era muy valiente y no se amedrentó al verse convertido en el pececito más pequeño de los mares. Despidiéndose de sus padres y hermanos, se lanzó a la aventura sin miedo alguno. En la soledad de los mares, lo esperaba su más feroz enemigo, Sharkán el terrible, el malvado tiburón blanco, creado por Madelaila para impedirle su misión.

FIN DE LA INTRODUCCION




PRIMER CAPÍTULO.- CHASK, EL CANGREJO DE LA PINZA DE ORO.

Madelaida, la malvada bruja del norte, estaba sentada en el salón de su castillo pendiente de lo que aparecía en las pantallas burbuja. Los peces linterna estaban retransmitiendo en directo lo que pasaba en las puertas del castillo de Poseidón. En el interior, Nico se estaba despidiendo de sus queridos padres y hermanos. Tenía que salir para encontrar la caracola que Madelaila le había escondido en el rincón más recóndito de los océanos. Sólo contaría con su astucia e inteligencia para lograrlo, pues había perdido los poderes mágicos que la caracola le transfería.
-          No os preocupéis, -dijo Nico valientemente para tranquilizar a su familia que entre sollozos se abrazaba a él. – pronto volveré con mi caracola y las olas volverán a surcar los mares.
-          Eso, vuelve con tu caracola o sin ella, pero vuelve pronto Nico para que podamos seguir jugando con los caballitos de mar. –le contesto Adelaida su hermanita pequeña, entre lágrimas.
-          Sí hermano, dale a esa malvada bruja su merecido. –replicó Ambrosio inundando la sala con una suave fragancia a ambrosías con cada palabra que salía de su boca. –y ven pronto para que me sigas enseñando a manejar el tridente de papá.
Su madre Anfítrite abrazó a su hijo con dulzura, y le dijo al oído.
-          Toma este pequeño corazón y escóndelo entre tus escamas cuando te conviertas en pez al salir por las puertas del castillo. Está tallado en ámbar y tiene poderes mágicos, pero úsalo sólo en caso de extremo peligro, pues la magia contenida en él tiene efectos nada más que para tres veces. Me lo regaló Rea, tu abuela paterna, cuando me uní a tu padre. Sólo tienes que pronunciar las palabras siguientes, si te ves en peligro; “Por Rea, diosa consorte del Tiempo”, y se activará resplandeciente.
-          Gracias mamá. Te quiero mucho. –le agradeció Nico a su madre.
Le tocó el turno de abrazar a su padre y despedirse de él antes de lanzarse a la aventura.
-          Ten valentía, hijo mío, sólo así lograrás vencer los obstáculos que te esperan ahí fuera. Sé que lo lograrás. –le dijo apoyando sus fuertes manos sobre sus pequeños hombros.
Nico se despidió por última vez de su familia, y salió del castillo. Al pasar el umbral se convirtió, por influjo del malvado hechizo, en un pequeño pez de color naranja adiamantado y empezó a nadar en las profundidades de los mares. No sabía por dónde tenía que empezar a buscar y decidió nadar hacia delante. Estaba decidido a circunnavegar todos los mares y océanos del mundo, si era preciso, hasta encontrar su caracola, para ello sólo contaba con su inteligente astucia y el corazoncito ambarino que su madre le confío.
Al atardecer, ya cansado de tanto nadar, vislumbró una isla de coral en el fondo del mar, y decidió pasar la noche protegido entre las ramas coralinas que la formaban. –Este es mi refugio, pensó. –Tiene el mismo color que yo y pasaré desapercibido mientras duermo. Nico se dejó caer entre el coral, disponiéndose a pasar allí la noche, cuando una voz gutural le sobresaltó.
-          Este es mi territorio. Cómo osas invadirlo. Chask, chask.
Nico miro hacia atrás y vio un cangrejo enorme con una pinza reluciente que se abría y cerraba de golpe produciendo un chasquido.
-  Perdóname cangrejo. –dijo Nico. –es que estaba tan cansado que no podía seguir nadando y decidí pasar la noche aquí, pero si te molesto me voy.
            -  No es eso, sino que este es mi territorio y no debo dejar a nadie descansar en él si no me pide permiso.
            - Perdona, te vuelvo a repetir, no lo sabía. ¿Me das permiso ahora para pasar la noche? –preguntó Nico al cangrejo de la pinza reluciente como el oro.
            - Si, ahora has acertado. Sólo tenías que preguntármelo.
            - Gracias, cangrejo. ¿Cómo te llamas?
            - Me llamo Chask. –contestó el cangrejo.
            - Yo me llamo Nico. Encantado de conocerte. –dijo con su esmerada educación.
            - Bien, lo mismo te digo, pero no hagas mucho ruido porque está Sharkán rondando estos mares últimamente, y se le ve muy nervioso. –contestó Chask.
            -¿Quién es ese Sharkán? –le preguntó Nico.
            -Es un tiburón gigantesco que ha aparecido por estos entornos hace pocos días, y que a todo el que se cruza con él le pregunta de malas maneras que si ha visto al príncipe. Se le ven muy malas ideas y nadie se fía de él.
            -¡Ah! Exclamó Nico sin revelarle a Chask que el príncipe era él en realidad. –Bueno Chask, si me disculpas voy a dormir un poco pues estoy bastante cansado de tanto nadar.
            -Muy bien. Duérmete tranquilo, yo vigilaré por si aparece ese tiburón por aquí. No sé por qué pero me caes bien. –le contestó Chask.
Así fue como Nico conoció a Chask, entablando una amistad duradera en las aventuras que Nico, el futuro rey de los mares, estaba dispuesto a afrontar hasta encontrar su caracola.


FIN PRIMER CAPÍTULO

©       2017   José María Aguilar Castro

69.- La caja

69.- LA CAJA DE PANDORA A quel domingo caluroso, almorzamos en un restaurante cercano con unos familiares que no...